El sheinbaumpardismo en nada se distingue del lopezobradorismo

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El sheinbaumpardismo en nada se distingue del lopezobradorismo y el futuro de la democracia y desarrollo en México, están en entredicho: se vuelve necesario el surgimiento de un nuevo partido.

Por José Luis Ramírez Huízar

A juzgar por la narrativa del actual régimen político, en nuestro país solo existen tres periodos de la historia: la Independencia, la Reforma y la Revolución; con la fijación de ser considerado por la historia como uno de los mejores presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador denomina a su gobierno la cuarta transformación (4T), considerándose el continuador de aquellas revoluciones sociales. Ahora que viene a relevarlo Claudia Sheinbaum Pardo, ya se ha llegado a hablar de la 5T.

Sin embargo, el devenir económico y, por ende, político y cultural de lo que actualmente es la república mexicana, en su devenir como territorio – nación – estado, ha tenido otros varios grandes periodos generales, a través de los cuales se puede observar una alternancia – recurrencia en su paradigma económico, con predominio de factores endógenos y/o exógenos; con una determinada orientación de su economía, bien sea hacia el mercado interno o hacia la exportación, e igualmente, un Estado menos o más represivo.

Al referirse al modelo de política económica que impulsa la 4T, el régimen en turno habla de nacionalismo, liberalismo y de sustitución de importaciones; de economía moral y humanismo. Para algunos empresarios, se trata de una economía de mercado, con un Estado presidencialista y autoritario. Hay investigadores para quienes lo que el actual gobierno está instrumentando, es un neoliberalismo asistencial.

En lo personal, pienso que nuestra vida transcurre bajo un modelo económico capitalista, presidencialista y despótico, que se ha dedicado a amalgamar el nacionalismo liberal y neoliberalismo global, según convenga a los intereses de su movimiento, no partido; un modelo de política económica neolibereclecticista.

Lo cierto es que, en el México de nuestros días están ausentes el crecimiento económico y la tranquilidad social; en cambio, prevalece el estancamiento de sus fuerzas productivas, lo cual se traduce en arcaicas formas de relaciones sociales de producción, ante un fenómeno de globalización e interdependencia económica mundial. Lo que actualmente se observa, es violencia, destrucción y muerte.

El gobierno de la 4T es marcadamente populista y abriga en su seno a una corriente de personajes partidarios de la unidad a toda costa; no resulta afín a los niveles de avance económico logrado como país y, por eso, se tiene como propósito lograr mejores formas de organización política que garanticen el desarrollo óptimo de su potencial productivo y el mayor nivel de democracia posible; por ello fue que un gran sector de la ciudadanía participó en marchas multitudinarias optando por apoyar a Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, en la lucha por la presidencia de México.

Desde un principio pudo advertirse que la mejor opción de gobierno para el país, en este momento histórico, estuvo representada por la candidata de la coalición integrada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), quien con Bertha Xóchitl personificó la posibilidad de tener a la primera mujer indígena como presidenta de México.

Con la marcha y mitin realizados en los primeros minutos de marzo 1 del 2024 –en un contexto de violencia y polarización social en los ámbitos local y nacional– arrancó en Fresnillo Zacatecas, su campaña por la presidencia de México; desde ese momento, hasta mayo 29 del 2024, cuando se despidió de la campaña en su tierra –junto a la casa donde nació en Tepatepec, cabecera del municipio de Francisco I. Madero, en el Valle del Mezquital, Hidalgo–, la candidata de la coalición opositora al oficialismo dijo que ganaría la presidencia, pues segura estaba que existía un voto oculto de una dimensión tremenda, en su favor.

Sin embargo, el 2 de junio del 2024 la coalición integrada por Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Partido del Trabajo (PT) y Partido Verde Ecologista de México (PVEM) ganó la presidencia, imponiéndose a los mexicanos mediante una elección de Estado; obtuvo un triunfo demoledor. Pero es mentira que las elecciones hayan sido las más limpias y libres en la historia del país y que la democracia en la sociedad mexicana ya no es una fachada, sino que el pueblo es quien manda; la ciudadanía está al tanto que se enfrentó a una elección antidemocrática y asimétrica, en la que no se contó con un piso parejo y la intervención del presidente de la república, la violencia e injerencia del crimen organizado fueron la constante.

Con el triunfo de Claudia Sheinbaum Pardo, está en entredicho el futuro de la democracia y el desarrollo de la República; el sheinbaumpardismo en nada se distingue del lopezobradorismo. Su actuación refiere una incondicionalidad respecto al régimen presidencialista en turno; así continuará, so pena de ser destituida como presidenta.

Ante el peligro en que se encuentra la democracia en México, se vuelve necesario el surgimiento de un nuevo partido verdaderamente ciudadano, que venga a renovar el sistema de partidos actualmente prevaleciente, el cual se ha vuelto una verdadera traba para el real avance del sistema político; los propios partidos PRI, PAN, PRD y la ciudadanía que participó en una coalición que ya terminó el 2 de junio del 2024, han iniciado un proceso de reflexión y debate en aras de evitar quedar en el pasado, desgastados, desprestigiados, y acabados.

El PRI, partido que atraviesa una situación crítica, está ya en un proceso de resignificación que recorrerá todo el priismo nacional, tocará todos los sectores y estructuras del partido; realizará foros en todos los estados e impulsará una reforma tan profunda, que pudiera incluso llevarlos a la discusión de cambios en el nombre del partido, sus colores y su logo.

En el PAN se están convocando para integrar un proceso interno de renovación y cambio en las estrategias del partido y afrontar la nueva realidad política; esto, a partir de considerar que el partido no necesita un simple cambio, sino una refundación completa. En ellos está clara la idea de que deben cambiar y actualizar el proyecto político a las realidades del siglo XXI que vivimos.

El PRD, como tal ha dejado de ser una opción nacional; consiguió el 2.4 por ciento en la elección, pero para mantener el registro requería el 3 por ciento; aunque aún está dando la pelea legal que pudiera permitirle llegar a alcanzar el 3% que marca la ley, sus últimas consideraciones son en el sentido de que, si mantienen el registro, lo pondrán al servicio de una fuerza socialdemócrata, progresista y, si no lo tienen, iniciarán de inmediato una ruta para, en 2025, construir un nuevo partido nacional.

En el ámbito de la ciudadanía, si bien la Marea Rosa como tal, no debe ni puede convertirse en partido político, éste sí puede emerger como algo derivado de ella; el Frente Cívico Nacional (FCN) es hoy día la organización que puede garantizar las necesidades del orden democrático que exige la vida nacional y responder con urgencia y eficacia a los múltiples requerimientos de la sociedad civil. Se advertía ya la emergencia de algo nuevo en el país y que tocaría a la ciudadanía vivir nuevas experiencias; se debe pues avanzar hacia una nueva forma de organización.

Es el momento justo para que la columna ciudadana del FCN, la marea rosa / la primavera de México llegue a estados, municipios y colonias, en todo el territorio nacional. Zacatecas, Zac., julio 1 del 2024